El VIH y otras enfermedades de transmisión sexual (ETS)

El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) no requiere presentación. Desde el inicio de su epidemia, más de 80 millones de personas se han infectado con este virus y unos 40 millones han fallecido. Aunque la terapia antirretroviral (TAR) ha mejorado muchísimo el pronóstico y supervivencia de aquellxs con la infección, una parte muy importante de la población sigue sin tener acceso a ella y sufre complicaciones graves. Como con casi todo en esta vida, los países de bajo ingreso se llevan la peor parte en lo que a enfermedades de transmisión sexual (ETS) se refiere, sobre todo si hablamos del VIH.

Además de las complicaciones que crea por sí sola, la infección por VIH puede hacer que otras ETS se agraven aún más. En las siguientes líneas, te exponemos la interacción de este virus con otros agentes patógenos cuando infectan de manera simultánea a la misma persona. Conocer siempre es el primer paso para prevenir.

¿Qué es la infección por VIH?

Empecemos por la base. El virus de la inmunodeficiencia humana, conocido como VIH, es un lentivirus de ARN que destruye al sistema inmunitario con el paso del tiempo. Para reproducirse y extenderse por el cuerpo, este agente patógeno utiliza la maquinaria de replicación de las células a las que infecta, en este caso los linfocitos CD4+ (elementos del sistema inmunitario). El ciclo de vida del VIH acaba con la muerte celular de los linfocitos, así que a medida que avanza la infección su número va reduciendo.

El VIH entra en el grupo de las enfermedades de transmisión sexual o ETS, pues la mayoría de personas se contagian a través de relaciones sexuales anales o vaginales, aunque también puede ocurrir al compartir agujas en entornos de drogadicción o pasarse de madre a hijo en el proceso de embarazo. Se pueden resumir las etapas de infección por VIH en los 3 siguientes bloques:

  1. Infección aguda: tras la infección, las personas afectadas tienen una carga viral muy alta en sangre y presentan una alta capacidad de contagio. Se pueden experimentar síntomas similares a los de una gripe (fiebre, dolor de cabeza, fatiga, ganglios linfáticos inflamados y más), aunque del 10 al 60 % de lxs afectadxs son asintomáticxs en esta etapa.
  2. Infección crónica: durante esta etapa, el VIH continúa replicándose en el cuerpo, pero a concentraciones más bajas. Aunque sea una fase en general asintomática, el virus sigue destruyendo al sistema inmunitario y debilitando los mecanismos de protección del organismo.
  3. Síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA): en caso de que no se inicie un tratamiento, en una media de 10 años la infección por VIH se transforma en SIDA. Se diagnostica esta condición si la persona tiene un recuento de células CD4 de menos de 200/mm3 en sangre. Esto indica que el sistema inmunitario está completamente erosionado y el cuerpo no puede combatir infecciones que para el resto de la población son leves. Por desgracia, si no se recibe el apoyo adecuado la muerte no suele tardar en llegar por complicaciones derivadas.

Como puedes ver en estas líneas, infección por VIH y SIDA son dos conceptos completamente diferentes. En caso de que se siga la terapia antirretroviral (TAR) con eficacia y rigurosidad, el SIDA se puede aplazar de forma indefinida y llevar una vida prácticamente normal.

¿Cómo se relaciona el VIH con otras ETS?

Más allá de las complicaciones citadas, la infección por VIH puede causar muchos problemas si coexiste con otras ETS. Es relativamente común encontrar confección de 2 o varios patógenos dentro de este grupo de enfermedades por los siguientes motivos:

  • En la mayoría de los casos, la infección por VIH se contrae al practicar sexo sin preservativo. Este mismo método de transmisión es compartido con todas las ETS, como clamidia, sífilis o tricomoniasis. Durante el mismo acto sexual, más de un patógeno puede “saltar” de una persona a otra.
  • Las úlceras, las ampollas y otros síntomas cutáneos producto de la infección por otras ETS pueden facilitar la entrada del VIH en el organismo, y viceversa.
  • En algunos casos, la infección por VIH se asocia a hábitos poco sanitarios (como compartir jeringuillas al inyectarse una droga). Otras enfermedades, como la hepatitis B, también se transmiten cuando la sangre infectada entra en contacto con otra persona, aunque el contexto no sea necesariamente sexual.

VIH y gonorrea

La gonorrea es una ETS muy común causada por la bacteria Neisseria gonorrhoeae. Aunque suela generar síntomas, en la mayoría de los casos estos no son graves y el cuadro se trata de forma eficaz con antibióticos. Aun así, si no se aborda a tiempo, esta infección puede cursar con complicaciones como infertilidad o un mayor riesgo de aborto.

En las personas VIH-positivas que no están siendo tratadas, una gonorrea no tratada puede hacer que se vuelvan más infecciosas. Tal y como indican profesionales, esta ETS puede aumentar la carga viral en los fluidos genitales, lo que facilita la transmisión. Del mismo modo, tener gonorrea puede facilitar la entrada del VIH al organismo en aquellxs VIH-negativos.

VIH y sífilis

La sífilis es una ETS especial, pues al igual que el VIH, si no se trata puede generar complicaciones muy graves a largo plazo. Esta infección se divide en 4 fases: primaria, secundaria, latente y terciaria. En la etapa terciaria, la persona infectada puede experimentar fallos severos a nivel neurológico, muscular y sistémico. La tasa de muerte de la sífilis no tratada oscila entre un 8 y un 58 %.

Según estudios, el VIH y la sífilis afectan a grupos poblacionales similares y es común que se presente una coinfección. La sífilis no solo favorece la entrada del VIH al organismo a través del chancro sifilítico (uno de los síntomas), sino que también agrava los síntomas de la sífilis secundaria y acelera la aparición de los síntomas neurológicos. El pronóstico de ambas ETS empeora de forma considerable si se presentan combinadas.

Por esta razón, se recomienda que toda persona VIH-positiva se realice pruebas periódicas para la detección de la sífilis. El tratamiento de estas ETS puede variar cuando conviven, así que es necesario ponerse en manos de un profesional médico cuanto antes ante la detección de cualquiera de estas infecciones, mucho más si van juntas.

VIH y clamidia

La infección por clamidia es otra ETS extremadamente común causada por la bacteria Chlamydia trachomatis. Se transmite fácilmente y es muy silenciosa, pues del 50 al 70 % de las personas son asintomáticas. Por ello, no se suele diagnosticar con presteza y en muchos casos tampoco se busca tratamiento.

Al igual que en el caso de la gonorrea, la clamidia puede hacer que las personas VIH-positivas sean más infectivas, y las VIH-negativas se infecten con más facilidad. Es especialmente importante tener en cuenta esta interacción en lxs jóvenes, pues 2/3 de las infecciones por clamidia ocurren en la población entre los 15 y 24 años.

Una combinación peligrosa

El VIH es un auténtico por desafío a nivel médico, pero la cosa se complica mucho más si se introducen en la ecuación otras ETS. Este virus facilita la entrada de otros patógenos y, además, todos los citados (y más) comparten las mismas vías de contagio. Esto hace que la coexistencia del virus con otros patógenos sea mucho más común de lo que en un principio podría parecer.

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