ETS y sexo anal

El sexo anal resulta atrayente para muchísimas personas, independientemente de su orientación sexual y género. Además, se trata de una práctica sexual mucho más común de lo que se suele percibir a nivel social. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), hasta el 35,9% de las mujeres y el 42,3% de los hombres cis lo practican en algún momento de su vida.

Aunque se pueda practicar de forma segura, es necesario reconocer que la toma de medidas protectoras durante el sexo anal es menos frecuente que en el caso del sexo vaginal. Sin ir más lejos, estudios estiman que el 38% de las personas que lo llevan a cabo (o mucho más) no utilizan preservativo. Aquí te contamos cuál es la relación entre las ETS y el sexo anal.

¿Qué es el sexo anal?

Antes de explorar los vínculos entre las enfermedades de transmisión sexual (ETS) y esta práctica, vemos de interés cimentar términos. El sexo anal es cualquier actividad que incluya al ano en la dinámica sexual. Aunque erróneamente se considere solo como la inserción del pene, hay mucho más.

Estas son algunas de las prácticas que se asocian con el sexo anal:

  • Penetración: consiste en la inserción del pene en el ano de forma repetida. Creemos que no requiere más explicación, pues casi todxs estamos familiarizados con esta práctica.
  • Annllingus: dicho de forma rápida y sencilla, consiste en lamer el ano y zonas adyacentes del compañerx sexual. Se conoce como beso negro cuando la lengua se inserta lo más profundo posible dentro del ano.
  • Penetración (sin pene): se pueden introducir diversos objetos sexuales dentro del ano más allá del pene. Desde los plugs hasta los consoladores, hay todo un mundo por descubrir.
  • Pegging: en esta práctica sexual, una persona con o sin genitales masculinos penetra analmente a su compañerx empleando una prótesis que va sujeta al pubis mediante un arnés anclado a la cintura.
  • Scat: aunque es bastante más tabú que el resto de prácticas citadas, el scat o coprofilia también es una tendencia sexual válida que se puede practicar de forma segura. Jugar con las heces de la pareja sexual o incluirlas de otro modo en la dinámica también es una manera de explorar la sexualidad.

Como puedes ver, el sexo anal va mucho más allá de la penetración entre un hombre y una mujer cis. Tampoco tiene por qué asociarse solo a la comunidad gay, tal y como se creía en tiempos antiguos. Toda persona que desee puede practicarlo, ya sea solx o en compañía.

Una alegoría del sexo anal.

Las ETS y el sexo anal

Practicar sexo anal sin protección es uno de los mayores factores de riesgo para contraer muchas infecciones de transmisión sexual (ITS) y enfermedades de transmisión sexual (ETS). Esto se debe a que el revestimiento de tejido del ano es muy débil, lo que favorece la aparición de lesiones durante la penetración y, en su defecto, facilita la entrada de patógenos al torrente sanguíneo.

Estudios llevados a cabo con mujeres cis han descubierto que aquellas que practican sexo anal sin protección son hasta 2,6 veces más propensas a tener una ETS en comparación con aquellas que solo han tenido sexo vaginal. Algunas de las infecciones más comunes asociadas a esta práctica, en todos los géneros y sexos, son las siguientes:

  1. Clamidia: la clamidia es una ETS que se suele asociar al entorno vaginal y el pene, pero también puede ocurrir en el recto. El grupo que se ve más afectado por ella es la población juvenil entre 15-19 años y 20-24 años.
  2. Herpes genital: existen 2 tipos de herpes simple, el VHS-1 y el VHS-2. El primero suele causar las conocidas calenturas labiales, mientras que el segundo se suele expresar en la zona genital y/o anal.
  3. Gonorrea: la gonorrea o blenorragia es una de las ETS más comunes y, de no tratarse, puede causar complicaciones graves a largo plazo. Más de 82 millones de personas contraen esta enfermedad cada año.
  4. Hepatitis B: la hepatitis B puede cursar de forma aguda o crónica. La variante crónica, que afecta más a niños y personas inmunodeprimidas, puede tornarse grave y causar cirrosis y/o cáncer de hígado.
  5. VIH: esta ETS no requiere presentación, pero cabe destacar que el sexo anal sin protección es la práctica que más riesgo reporta para infectarse. La persona que recibe la penetración (bottom) es la que se encuentra en mayor riesgo.
  6. Sífilis: más de 7 millones de personas contraen sífilis cada año. Si no se trata, esta enfermedad puede permanecer asintomática durante décadas y causar daños sistémicos graves. Se puede transmitir a través del sexo anal, oral o vaginal.

Estas son solo algunas de las ETS que más se asocian al sexo anal. De todas formas, cabe destacar que existen más de 30 patógenos capaces de transmitirse a través del contacto sexual. Si tienes cualquier preocupación relacionada con este tema, no dudes en buscar ayuda en tus profesionales médicos de confianza.

Síntomas de las ETS en el ano

Ya sabemos qué es el sexo anal y cuáles son los patógenos que se pueden transmitir con él si se lleva a cabo de forma no segura. El último paso es, naturalmente, saber detectar una ETS en el ano. Algunos de los síntomas más comunes durante este cuadro son los siguientes:

  • Dolor en el ano y sus alrededores.
  • Tenesmo, es decir, la sensación de querer defecar aunque los intestinos están vaciados.
  • Drenaje de un líquido purulento a través del ano.
  • Sangrado rectal.
  • Aparición de heridas, úlceras o bultos.
  • Picor anal.
  • Cambios anormales en la frecuencia de deposiciones.

Puede que los síntomas de la ETS contraída no se expresen solo en el entorno anal. Todo depende del agente patógeno causal, el estado del sistema inmunitario de la persona, la extensión de la infección y mucho más. De todas formas, cualquiera de los signos citados justifica una visita al profesional médico.

Muchas ETS se pueden manifestar en el ano.

Como habrás podido comprobar en estas líneas, las ETS y el sexo anal están íntimamente relacionados. Queda claro que su práctica sin protección nunca es una opción. De todas formas, ante cualquier error o duda, existen pruebas diagnósticas de ETS incluso para personas asintomáticas. La prevención es la mejor cura.

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