Vaginitis: síntomas, causas y tratamiento

En el campo del sexo hay muchos tabúes específicos que pueden lastrar nuestra capacidad para disfrutar, mostrarnos al mundo y hablar de forma honesta sobre el cuerpo. Aunque la sexualidad sea un concepto que celebrar a nivel tanto social como físico, hay ciertas patologías asociadas a ella que se deben tener en cuenta antes de practicar sexo con unx compañerx.

En este espacio vamos a hablar de la vaginitis, una condición que experimentan casi todas las personas con vulva a lo largo de su vida. Este cuadro suele ser de origen bacteriano, si bien puede tener causas no infecciosas.

¿Qué es la vaginitis? 

El término vaginitis engloba aquellos cuadros en los que se produce una inflamación de la pared mucosa de la vagina y la vulva. Según la Sociedad Española de Medicina Interna, hasta el 90 % de las personas con este aparato genital experimentan un cuadro de vaginitis a lo largo de su vida.

Esta condición es muy común, especialmente en aquellxs que se encuentran en edad reproductiva y tienen actividad sexual de manera asidua. La mejor manera de evitar la vaginitis es mantener el aparato reproductor (externo e interno) sano y limpio, lo que incluye evitar la alteración de su flora y la irritación innecesaria.

Causas y síntomas de la vaginitis

Las causas más comunes de este cuadro varían según la edad de la persona afectada. Por ejemplo, en lxs niñxs de 2 a 6 años suele implicar una infección con la flora del aparato digestivo, algo que se ve propiciado por una mala higiene perineal.

A continuación, desglosamos las causas más comunes de la vaginitis en personas adultas.

Infección bacteriana

También conocida como vaginosis bacteriana, esta es la causa más común de la vaginitis, siendo responsable de un 40-50 % del total de los casos. El mecanismo patológico de este cuadro no está del todo claro, pero implica el sobrecrecimiento de ciertos agentes bacterianos y la disminución del microbioma vaginal (los microorganismos “buenos” en este entorno).

Algunos de los síntomas más comunes de este cuadro son los siguientes:

  • Secreciones vaginales de color blanco o grisáceo con olor desagradable.
  • Picor en el área genital.
  • Ardor al orinar.
  • Dolor durante la práctica de relaciones sexuales.

La vaginosis bacteriana se produce por el crecimiento excesivo de bacterias anaerobias en comparación con las bacterias de tipo lactobacilo (las “malas” superan a las “buenas”). La actividad sexual con nueva(s) pareja(s) y las duchas vaginales inadecuadas pueden desencadenar este cuadro.

Candidiasis

Es la segunda causa más común de la vaginitis, representando un 20-25 % del total. Este cuadro encuentra su causa en el sobrecrecimiento de hongos del género Candida en el entorno vaginal. En situaciones de normalidad estos microorganismos se encuentran en equilibrio con la flora, pero diversos factores (diabetes, uso de antibióticos, embarazo e inmunodeficiencias) pueden causar que Candida gane terreno frente a otras bacterias.

Algunos de los síntomas de la candidiasis vaginal son los siguientes:

  • Secreción vaginal blanca y espesa, similar al queso No huele mal.
  • Ardor al orinal y mantener relaciones sexuales.
  • Enrojecimiento e inflamación de la vulva.
  • Sarpullido vaginal.
  • Dolor y molestia en el área genital.

Se estima que más del 75 % de las personas con vagina experimentan un cuadro de candidiasis al menos una vez en su vida. Esta condición es extremadamente común y, en muchos casos, aparece con cierta recurrencia.

Tricominiasis

La tricomoniasis es una de las enfermedades de transmisión sexual (ETS) más prevalentes en todo el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta patología afecta a más de 156 millones de personas nuevas cada año, una cifra nada desdeñable. Su agente causal es el parásito protozoario Trichomonas vaginalis.

Los síntomas más comunes de la tricomoniasis son:

  • Secreción amarillo-verdosa, a veces con una consistencia similar a la espuma. Suele tener mal olor.
  • Picazón, ardor y enrojecimiento en el área genital.
  • Dolor al orinar y tener relaciones sexuales.

Cabe destacar que alrededor del 70 % de las personas infectadas no presentan síntomas. Por ello, es necesario llevar a cabo pruebas de detección ante cualquier duda, independientemente de la aparición de signos clínicos. Frenar la expansión de las ETS es cosa de todxs.

Causas no infecciosas

En este punto, es necesario recordar que no todos los cuadros de vaginitis tienen un origen infeccioso. Es posible que aparezca una irritación en el área vaginal por reacciones alérgicas, el uso de sprays y colonias inadecuadas, las duchas vaginales y los productos espermicidas, entre otros muchos motivos.

Diagnóstico

El primer paso para diagnosticar una vaginitis es preguntar a la persona sobre su historial clínico (si ha mantenido relaciones, si utiliza elementos higiénicos en su zona genital, sus métodos anticonceptivos de elección y más). Tras ello, se hace necesaria la realización de un examen pélvico, lo que incluye evaluación visual y exploración física.

En última instancia, también puede ser clave el análisis del flujo vaginal. Hay que prestar especial atención a su consistencia, color y olor, además de la toma de muestra y su exploración bajo microscopio.

Tratamiento de la vaginitis

El tratamiento de este cuadro depende en su totalidad del agente causal que lo provoca. A continuación, enumeramos algunos de los abordajes principales:

  • Infección bacteriana: el tratamiento de este grupo de enfermedades se basa en el uso de antibióticos, entre ellos el metronidazol y la clindamicina. Algunos se toman por vía oral, mientras que otros se administran de forma tópica en el área afectada.
  • Candidiasis vaginal: este cuadro se trata con antimicóticos como miconazol, clotrimazol o tioconazol.
  • Tricomoniasis: el tratamiento de elección es la administración de metronidazol o tinidazol por vía oral. Es necesario tratar a la(s) pareja(s) sexual(es) para evitar reinfecciones.
  • Vaginitis no infecciosa: en este caso, es esencial encontrar el motivo de la inflamación y ponerle fin al estresor que la causa.

La vaginitis puede ser recurrente, sobre todo si es causada por patógenos del género Candida. El tratamiento puede variar según la gravedad del cuadro y el número de veces que ocurre al año.

Prevención de la vaginitis

Aunque en muchos casos este cuadro aparece sin explicación aparente, es necesario destacar que muchas vaginitis se pueden prevenir si se aplican las medidas adecuadas. A modo de cierre, enumeramos algunas de las más importantes en la siguiente lista:

  1. Mantener relaciones sexuales sanas: el uso de dispositivos de barrera y la sinceridad con lxs compañerxs sexuales es esencial para evitar la transmisión de ETS.
  2. Seguir una higiene vaginal adecuada: no hace falta lavarse la vagina más de 2 veces al día. Además, se deben utilizar jabones suaves que mantengan el pH de la zona estable. Si tienes cualquier duda, habla con tu profesional en ginecología.
  3. Usar ropa adecuada: independientemente de las elecciones estéticas, la ropa íntima debe transpirar bien.
  4. Acudir a revisiones periódicas: muchas patologías en el entorno genital se pueden prevenir o abordar con presteza si se detectan en estadios tempranos.
  5. Comunicarse: sin duda, este es uno de los puntos más importantes. Habla con el entorno sobre lo que te inquieta y sé comunicativx con respecto a tu salud sexual. Solo así conseguiremos levantar tabúes entre todxs.

La vaginitis puede provocar malestar en la zona pélvica.

La vaginitis es una condición muy común en las personas que tienen un aparato genital femenino. Más allá de la prevención con medidas específicas en casa y clínica, es necesario hablar sobre este tipo de cuadros sin tapujos para detectarlos cuanto antes y evitar la expansión de patógenos en la comunidad. La responsabilidad en el ámbito sexual es de todxs.

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